Cuando todo conecta: el día que entendí qué es realmente TASTE

Dream places, always inspire

Un día cualquiera me senté  como tantas veces antes— a preguntarme por qué seguía haciendo lo que hacía.

Y esta vez, algo hizo clic.

Por años me presenté como diseñadora, como creativa, como alguien que hace marcas, conceptos, imágenes.

 Y sí, todo eso es cierto. Pero esa definición se me empezó a quedar corta.

Porque en el fondo, siempre me interesó mucho más. 

Me gusta la ciencia. La química, los sistemas, lo que transforma. Me fascina entender cómo las cosas funcionan.

Me interesa la psicología, el bienestar, la forma en que las personas piensan, sienten, recuerdan.

Y siempre he tenido una sensibilidad profunda por la estética, sí, pero también por la estructura. Por el orden que no se ve, por lo que da sentido a las formas.

Por eso me frustraba cuando me decían “tú haces cosas lindas”. 

No. Yo pienso, investigo, conecto.

Diseñar, para mí, va mas allá de hacer cosas lindas.

No es hacer algo “bonito” para llenar un feed.
No es replicar referencias de Pinterest sin criterio.
Es construir una forma de comunicar que tenga sentido, fondo y dirección.

Es traducir una idea en algo que se entienda, que se sienta, que permanezca.

Ese día entendí que TASTE no es un estudio de diseño bonito.

Es un espacio para traducir ideas complejas en sistemas visuales claros y sensibles.

Un lugar donde la estrategia convive con la estética, donde las decisiones se toman con intención, y cada detalle tiene sustancia.

Y sí, creo en la belleza.

Pero no en la que adorna: en la que estructura, comunica, organiza.
Esa belleza que nace cuando todo tiene un porqué.

Cuando hay coherencia entre lo que se piensa, lo que se siente y lo que se muestra.

Eso es lo que hacemos en TASTE: pensamiento visual con estructura. diseño que respira. orden con intención.